jueves, 7 de julio de 2016

Mis Poemas. Memorias de un corazón hecho cenizas.


Mi corazón ha de aclarar los asuntos que mi mente no es capaz de transcribir a través de mis manos como es debido hacerse.
Le he conocido de muchas maneras,
Todas y cada una de ellas porque le he observado durante tanto tiempo que mi corazón solo hizo lo mejor que ha encontrado por hacer: enamorarse.
¿Quién no se hubiese enamorado de alguien, así?
Creo que es mi error y la culpa ha de agobiar mi espalda.
Pero los errores nos hacen quienes decimos ser.

Le conocí así, tras largas noches de pensarle mientras miraba a las estrellas.
Le conocí así, tras largas hojas de poemas salados y agrios.
Le conocí así, tras pensar durante las madrugadas que sus ojos ocultan los secretos del universo,
Y los secretos de la existencia humana,
Y los secretos de la esencia del amor y los espectros de los sentimientos.
Le conocí así, tras pensar en mil y una maneras de entregarle mi vida,
Y darle mi corazón en noches oscuras.
Le he conocido de la  más bella de las formas,
En la más bella de las reuniones,
Y  probé el sudor que emanaba de la desnudez de su alma.
Así le he conocido; de la manera que nadie más le conoce.

Ya no hay estrellas que haya de entregarle,
Solo queda a mi alma escribirle versos sin rima,
Y tirar hasta su puerta rosas rojas que gotean la sangre de mi corazón.
Gracias a la luna por atestiguar y a los ruiseñores por cantarle al oído.
A las estrellas que sus noches adornaron que no pierdan su brillo y que adornen también sus noches hasta que su alma suspire una última vez.
A las guirnaldas que su cabeza adornaron que peinen también sus rizos;

y las cadenas que en su cuello se prendieron que perfumen sus cachetes de nieve.

Mis Poemas. El amor en tiempos de tragedia.



El amor es tan doloroso como mágico.
Tan destructor y agrio como el vinagre.
Tan doloroso como estar muriéndose, lento.
Tan imperfecto como se espera de un sentimiento humano.
Tan susceptible como aquel que lo prende de su cuello.
Tan efímero como la sensación de bilis subir por la garganta.
El amor es hermoso, pero cuando se acaba, deja como cicatriz el sufrimiento.

Probé los labios medio manchados de la dulzura, los labios del placer de noches eternas,
Y  comí los frutos envenenados del cariño que una zorra en la esquina me vendió.
Bebí de las aguas de la lujuria enloquecedora, y limpie mis manos en la toalla del olvido.

Sostuve en mi mano las esferas de las suertes del tiempo y la vida,
Esperando de forma alguna cambiar las cosas.
Escuche noche tras noche su voz en mi cabeza, decía amarme, juraba hacerlo.
El amor es solo un juego para buenos apostadores, se gana o se pierde,
No he sido inteligente al apostar y he perdido el corazón, y ella lo ha tomado para sí.

Tan abundantes como las aguas de a rollos son los versos que a ella escribí.
Extraño ahora las noches en las que solía sentarse en su ventana a cantar a las estrellas.
Tan largas como las cadenas de plata que cuelgan de su garganta son las noches que sus ojos me dejaron sin dormir.
Tan brillante como una espada de doble filo sus ojos son.
Tan delicioso como las frutas salvajes son sus labios.

Como largas madrugadas de insomnio,
Como las profundas luces de las noches vacías,
Así es su ausencia, esas son mis consecuencias.
¡Cuántas botellas de vino bebí en vasos desechables!
¡Cuántas horas gaste escribiendo versos rotos, y podridos!
No fue la chica de la ventana la excepción ¡Fue la peor!
Mil y una noches gaste, mil y una noche de versos que nadie como suyos  reclamó.
Y a una chica en su ventana encontré, una chica que mis noches compro.

Y en las mañanas sus besos me despertaron,
Y en las noches sus brazos me acogieron; y en sus pechos mi cabeza descanso.
Pero el único entre sus clientes nunca fui.

Por las noches nunca estuvo sola, y no fui el único que en sus caderas encontró el paraíso.
No soy el único que enloqueció en la exquisitez de su cuerpo.
No soy el único que le compuso cuantos versos pudo; pero seré el primero que entre ellos la entierra.
Ahora le doy el funeral que se merece, entre letras de oro y plata.
Quiero enterrar a la dueña de mis locas noches de insomnio.
Quiero enterrarla entre versos que de su boca nunca me elogiaron.

La luna y las estrellas son testigos del más puro de los amores,
De la más bella de entre las rosas que jardín alguna vez adornaron,
De la más bella de entre las voces que cantaron a las estrellas,
De la más hermosa de entre las mujeres que hombre alguna vez amo,
Del más prematuro de los amores que en tragedia maldita termino.
Esta historia ha de morir entre versos de centavos, y tinta de mala calidad.

Un amor que me consume hasta los huesos,
Un amor que nadie ha de recordar.
Una historia que nadie a sus hijos ha de contar, morirá conmigo.
Porque cuando el rio suena, el amor se ahoga.
Cuando rosas al suelo caen, en el campo rosas se secan.